Me quedaría en Santa Cruz casi que sólo por sus masitas. Lo juro. Son riquísimas. Aunque para mí, el término «masitas» suene a algo dulce y chiquito, a galletitas digamos, acá son completamente otra cosa (debo reconocer que mismo en Argentina, cuando me fui a estudiar a Córdoba, cada vez que decía masitas, nadie me entendí a que me refería… choques culturales intra-nacionales digamos).
Sentarme a las 6 de la tarde, a tomar una limonada o un frapuccino y comer una -o varias- masitas, puede llegar a ser el mejor plan en una calurosa tarde en Santa Cruz. Ese olorcito a recién salido del horno, ese doradito en la parte de arriba, ese crocante por fuera y húmedo por dentro, ese calentito listo para comer… son la mejor tentación.



La primera vez que los probé, fue en Tarija. En el puente San Martín, entre todos los puestos de comida, había un señor que cocinaba sonso sobre una parrilla, Tanto me habían gustado tanto, que cada vez que íbamos, era lo que comía. Y me anticiparon: «el sonso es de Santa Cruz, allá vas a encontrar en todos lados».
Semanas después, cuando estaba en Sucre, había leído sobre una casa de té que hacía masitas típicas de Santa Cruz, y la recomendación que daban me llamó mucho la atención: probar el masaco de plátano con queso. Había pasado varias veces frente al lugar, pero siempre estaba cerrado, hasta que un sábado a las 7 de la noche lo encontré abierto. Después de leer las opciones de la carta de arriba para abajo, y preguntar qué era cada cosa, pedí una empanada de arroz, calentita por favor. Seguí leyendo la carta, y vi un jugo de nombre raro, cupuazú. Esta fruta del Amazonas boliviano, llamada también cacao blanco (ya que es de la misma familia), tiene una pulpa blanca casi tan agria como el limón, pero en jugo, y con azúcar, tiene un sabor muy particular y fresco.


Cuando estábamos saliendo de la casa de té, ya éramos los últimos. Nos acercamos a pagar, y le comenté a la mujer lo rico que me había parecido todo. Ella, que era la dueña, nos contó que era de Santa Cruz, y que todas estas masitas son típicas de esa zona. Es la tradición de cada día, en el oriente del país, tomar el té -o café o jugo de frutas- y comer masitas después de la siesta. Los cuñapés (bolitas de almidón de yuca y queso), empanadas (harina de maíz o arroz con queso), humintas y tamales al horno, y el sonso, se encuentran en cualquier casa de té que precie de tal, y es común que en las casas, las madres horneen placas enteras para convidar a amigos y familiares. La costumbre, además, se extiende a la Amazonía, donde los horneados -como allá llaman a las masitas- prefieren acompañarlas con chocolate caliente. El famoso chocolate Beniano, bien espeso.

Desde las cuatro o cinco de la tarde, las masitas se venden, como dice el dicho, como pan caliente. Hace unos días, estando en Santa Cruz, me bajé antes del micro para pasar a comprar sonso a una mujer que había visto unos días atrás frente a la entrada del mercado Los Pozos. Mientras comía mi porción, calentita, dorada y crujiente por arriba, suave por dentro y abundante en queso, más gente empezó a acercarse y a rodear el carrito. La placa de horno, prácticamente llena que tenía cuando llegué, desapareció en cuestión de minutos. Se vende bien, le digo. Sí, yo tengo mis clientes acá ya, me responde. Y, mientras su hijita seguía repartiendo porciones en platitos de plástico y cobrando, me contó que le enseñó a preparar sonso a su hermana que vive en Jujuy, y que ahora ella ya no trabaja más porque se dedica a vender esta comida típica. Y agregó, muy relajada: a mí no gusta trabajar. Esto es mi negocio, entonces no siento que estoy trabajando. Cuando le pregunto cómo se hace, me cuenta: yuca, leche, mantequilla, queso. Y poquita sal, agrega, que el queso ya es salado.
12 Comentarios
Y eso los sabados en el Pirai o en la carretera a Cotaoca o pasando el puente de Rio Grande. En Pailon los más deliciosos cuñapes calientes. Y te faltan las salteñas de las 11am en el barrio viejo de Santa Cruz.
Qué bueno todo eso que mencionás, hay montones de opciones para comer rico =)
ESTIMADA AMIGA, ME ENCANTÓ EL EXCELENTE RELATO DE TU VIAJE. HERMOSO Y PRÁCTICO. DIOS MEDIANTE, EN UNOS MESES DEJARÉ LA ARGENTINA Y ME IRÉ A VIVIR A COTOCA.TENGO UN MATRIMONIO AMIGO QUE VIVE ALLÍ Y ME HABLÓ DE LO MARAVILLOSO QUE ES BOLIVIA, POR SUS LUGARES Y POR SU GENTE TAN ESPECIAL. Y COMO SI FUERA POCO, LOS PRECIOS SON MUY BARATOS, Y SU COMIDA EXQUISITA. YA LO TENGO DECIDIDO. GRACIAS ETERNAS POR COMPARTIR TU EXPERIENCIA !!! SALUDOS
El horneau como le decimos comunmente los cruceños son una delicia, que bueno es saber que gente de otros países, gustan de nuestros manjares. Yo vivo en EE.UU y es lo que más extraño.
Pingback: GUÍA DE VIAJE: BOLIVIA | Mi vida en una mochila
Pingback: CIUDADES MERCADO | Mi vida en una mochila
Mal no la pasas en tu viaje por lo que veo. Me gustó tu blog. A ver si subis alguna receta para compartir
Saludos
Patricio
http://directoriodemicros.blogspot.com
No tendría sentido viajar y pasarla mal, no? =p Me alegro que te haya gustado el blog! Sabes que no he pedido ni una receta, sólo pregunté cómo lo hacían… me queda pendiente!! Saludos!
Excelente Nati, un artículo que refleja la hora del té en Santa Cruz, ni yo lo hubiera descrito mejor.
Gracias! Me pareció algo tan especial y característico del lugar que no podía dejarlo pasar =)
se te habran agregado kilitos con tanta masitas y cosas ricas?
Siempre lo dije, son kilos de felicidad =) Nada que no se arregle en el transcurso del viaje !