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Domingo, 6pm.
– Qué hacemos esta tarde?
– Mmm vayamos a ver el atardecer a Falsa Parva.
Dos horas después de caminar en medio de las nubes y la neblina, estábamos ante uno de los atardeceres más flúor que vi. El cielo era como un sándwiche: nubes debajo, nubes arriba, y el sol y los naranjas y los amarillos y los fucsias, eran el relleno.
Como leí alguna vez: «La belleza abrupta del vivir cotidiano es en esencia tan mágica y rotunda que resulta imposible de imitar a propósito.»
Ya tengo varios atardeceres que me dejan con esa impresione. De a poco voy armando mi colección de atardeceres farellences.