Cuba

¿PUEDE LLAMAR A UNA AMBULANCIA POR FAVOR? Crónica de una cadena de infortunios

 Santa Clara es emblemática en la ruta de cualquier viajero que adore al Che Guevara y esté en Cuba porque es el lugar donde están enterrados sus restos. A lo mejor muchos se preguntan por qué está enterrado en esa ciudad en particular, y yo me hice la misma pregunta cuando llegamos. Resulta que durante la Revolución Cubana, a fines de 1958, el Che iba desde Sierra Maestra (una cadena montañosa en la región sureste de Cuba) a La Habana, y Batista, el presidente de facto de ese momento, decidió mandar un tren blindado a Santa Clara para frenar el camino de los rebeldes (lease, del Che y su ejército). Cuando éstos se enteraros, levantaron las vías del tren para descarrilar el tren, después de lo cual el gobierno de facto se rendían en la ciudad y Batista huía del país. En breves palabras, el Che Guevara liberó Santa Clara, y por eso le rinden homenaje con un memorial construído en los 80, el que desde 1997, cuando encontraron sus restos en Bolivia, es un mausoleo, y donde también hay un museo con sus efectos personales.

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El Che Guevara, presente ya en el terminal de buses

Llegamos a la ciudad con la idea (la idea de los chicos en realidad, y yo siguiéndolos) de ir a visitar el Mausoleo del Che Guevara. Y quedó en idea por un rato. Santa Clara fue una de esas ciudades donde la única memoria que uno se lleva prácticamente es una cosa que sale atrás de otra. Que prácticamente uno se pregunta, ¿para que vine a esta ciudad?

Primero, cuando llegamos con Semih y Mehmet, los dos chicos de Turquía con los que estaba viajando, dimos vueltas y vueltas para conseguir una casa particular donde parar. íbamos de una casa a otra preguntando y no conseguíamos un lugar con dos habitaciones por dos noches, era uno o lo otro, así que finalmente optamos por compartir pieza los tres y no tener que mudarnos al día siguiente. 

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El volante del taxi que nos llevó al centro

Más tarde en la noche, dimos vueltas y vueltas para encontrar un lugar donde comer. El lugar al que queríamos ir estaba cerrado, un chico se nos acercó recomendándonos uno bajo prometiéndonos que era “barato y bueno” y resultó siendo bastante caro, los que aparecían en la Lonely Planet estaban lejos o con malas recomendaciones, no había gente en las calles ofreciendo restaurantes al son de “pescado-langosta-camarón”… terminamos por última opción en un restaurante en el que, aunque de afuera parecía lindo, no había nadie, y con una sensación de entrada de que no era bueno. Nos sentamos y ya no veíamos la hora de comer e irnos. La carta tenía muy pocas opciones, cuando les pedimos agua nos la trajeron dos veces, la ensalada estaba vieja, los chips fritos de banana parecían hechos había mil años en aceite viejo, la carne que pidieron los chicos era mala, y cuando nos trajeron la cuenta, ya fue el broche de oro para reírnos: nos trajeron dos cuentas, una para la comida y otra para la bebida. Cuando nos fuimos, bastante molestos por lo que había salido y lo malo que había sido, quisimos pasar a tomar un helado. Buenísimo, camino a casa estaba Soppelsa, así que entramos a preguntar cuánto salía. 3 CUP, o sea 0,12 USD. Genial. Pero sólo tenían frutilla. ¿? Mmmm nos miramos con los chicos. No, gracias. Primera vez que veo que una heladería de ese tamaño, que es una cadena nacional, tiene un sólo gusto de helado. Y ahí saliendo del local, vemos a todos con bochitas rosadas. Con razón.

Para cerrar el día, volviendo al hostel pasamos por un hostal que tenía un restaurante super SUPER recomendado, pero que para esa noche ya estaba lleno. Hicimos nuestra reserva para la noche siguiente, y cuando le contamos al señor lo que nos había pasado, nos dice que ese restaurante tiene muy mala fama, que la comida no es fresca… y que tienen dos menúes, uno en moneda local y otro en dólares. Molestos como estábamos por lo malo que había sido el servicio, no dudamos en volver y hacer el reclamo. Ni siquiera chistaron, nos mostraron las dos cartas y la diferencia era del doble. Nos dijeron que nos habían mostrado las dos cartas y nosotros elegimos la de dólares, y que tienen las dos versiones “porque muchas veces los turistas no tienen moneda local”. Ok, puede ser… pero eso no es justificación para hacerla el doble más cara. Y nosotros nunca habíamos visto la carta en moneda local. Ninguno de los tres.
 
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Me causó mucha gracia tanto uso de comillas (¿?)
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Vistas normales de una ciudad cubana
 
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Y otra más típica aún creo: la venta de comida desde las ventanas de las casas

Decidimos irnos a dormir antes de que alguna otra cosa pasara. Al día siguiente, después de un desayuno relajado y de arreglar el alojamiento de los chicos en La Habana (ellos ya se volvían), decidimos salir a recorrer un poco la ciudad, con objetivo de llegar al mausoleo. Habíamos hecho algo así como tres cuadras, yo iba primera caminando y veo un pozo y les digo “cuidado” a los chicos, pero no logro hacer 2 metros más que escucho un puuuuum y cuando me doy vuelta lo veo a Semih con la pierna izquierda metida adentro del agujero (redondo y como de 50cm de profundidad) y Mehmet tratando de ayudarlo a levantarse. Mi primera reacción fue reírme (se que no es lo más adecuado, pero es lo primero que me sale) pero apenas me di cuenta que la cosa iba seria, traté de ayudarlo también. Y ahí empezó una sucesión confusa de hechos: Semih apoyado con la pared con la pierna estirada por el golpe, gente acercándose a ver qué pasaba, personas que querían pasar por la vereda a pesar de todo, un señor diciendo que la semana anterior él también se había caído y le puso un palo al agujero con un papel que ya lo sacaron, la policía que llegó y nos preguntaba qué había pasado y si queríamos una ambulancia, Mehmet enojado por lo que había pasado, alguien trayéndonos hielo, la policía diciendo que la ambulancia estaba en otro lado y después venía (lo cual implicaba  bastante demora) y, de repente, un auto que se frena, la policía hablando con ellos, y llevándonos al hospital.

Y ya en el hospital, no sabíamos a dónde dirigirnos. No había una mesa de entrada o atención al público, nadie se nos acercó, no pasaba ningún médico… empiezo a preguntar dónde podíamos conseguir una camilla para que Semih se acostara, y dónde había un médico de urgencia que lo atendiera. Nos dan una camilla que entre Mehmet y yo empujamos porque “todos los camilleros están ocupados” y después de un par de curvas y renegar para que Semih no se golpeara, llegamos a la sala de traumatología. Lo más gracioso era ver al médico desperezado en la silla, apoyado contra la pared, diciéndonos “dejénlo ahí que ya viene el maestro” y tomándonos los datos básicos. Cuando llego “el maestro”, para mí fue algo así como un alivio, porque podía manejarse en inglés y era muy buena onda, y ayudaba a palear un poco lo molesto que estaban los chicos por la falta de celeridad y poca urgencia que estaban demostrando hasta ese momento. De ahí, a rayos X (donde nos volvimos a topar con la radióloga en la misma posición de relax que el chico de traumatología), nosotros haciendo de camilleros y enfermeros porque no había gente que ayudara, todo en un hospital que parecía sacado de los años 50 y sólo faltaban los heridos uno al lado del otro. Por suerte no estaba quebrado ni nada, sólo un golpe fuerte que requería reposo absoluto por unos días. Pucha… ellos estaban en los días finales del viaje, así que tocaba arreglárselas.

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[Foto robada a Mehmet] ¿Ven a la chica ahí sentada cómodamente? Era la radióloga esperando a que termináramos de entrar la camilla. No se movió a ayudarnos en todo el rato.
 
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“El maestro” con Mehmet, y Semih en la camilla

Más allá del infortunio, terminar en el hospital nos permitió ver otra cara de la realidad cubana. Pocos recursos, tanto materiales como humanos, pero excelente educación (me acuerdo del doctor contándome que tenía un estudiante de medicina), buen servicio y acceso a la salud (y para nosotros, precios increíblemente baratos: todas las consultas + radiografías= 50 USD, y los anti-inflamatorios, 0,20 USD). Nos sorprendimos de estar dentro de un hospital que lo hacía sentir a uno que volvía en el tiempo, con los azulejos amarillos y los escritorios de madera desvencijados, pero a la vez encontrarnos un médico que podía explicar todo en inglés y hacerse entender perfectamente. 

El día terminó volviéndonos a la casa particular, con Semih haciendo reposo hasta la hora de la cena, Mehmet tratando de conseguir un bastón (que no consiguió, lo mismo que pasó con el vendaje elástico) y yo saliendo a dar una vuelta a ver qué me depara el destino a la vuelta de la esquina.

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Bicis, paredes descascaradas, personas en los marcos de las puertas… más paisajes comunes de Cuba
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Los señores que me encontré jugando al dominó
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En pleno juego
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Concentrados..
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Me puse a espiarles las fichas =p
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Las vecinas mientras observando
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Y la esposa de uno de los señores que decía que “no estaba linda para la foto”
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A mezclar y empezar de nuevo
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No se por qué, pero me hace acordar a mi abuelo paterno =)
Por lo menos, esa noche la cena fue riquísima y el lugar hermoso.

Me gusta ver este blog como un espacio en el que compartir mis viajes para animarte a que vos también te lo hagas. Vas a encontrar historias, fotos, info útil y consejos para te animes y des el primer paso.

4 Comentarios

  1. Entonces Nati, no es legal, que la carta en CUC y en MN, sea el doble de cara, ¿no?
    Tienen que costar lo mismo, aunque sea distinta moneda, o así lo entiendo yo.

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